Por: Gustavo Valderrama Economista, especialista en Gestión Integral de Riesgos Bancarios y Macroeconomía. Maestría en Economía y Finanzas -INCAE. Ex-Viceministro de Economía (2018 – 2019).
La historia de la adecuación de capital no nace con una fórmula, sino con un error que reveló la fragilidad del sistema financiero internacional. En 1974, el banco alemán Bankhaus Herstatt cerró operaciones después de recibir pagos en marcos alemanes, pero antes de enviar los dólares que debía a sus contrapartes en Nueva York. El desfase horario entre la liquidación europea y la estadounidense dejó a varias instituciones expuestas, sin fondos y sin claridad sobre quién debía absorber la pérdida.
El episodio dejó al descubierto algo más profundo que una falla operativa, el sistema financiero global ya funcionaba como una sola red, pero no existía un marco uniforme para medir riesgo, determinar capital ni proteger la estabilidad. Cada país usaba sus propias reglas. Cada banco tenía su propio criterio. Cada crisis revelaba nuevos riesgos.
Ante ese vacío, los países del G10 formaron el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, con objetivos claros:
1️⃣Construir un lenguaje común para la solvencia bancaria.
2️⃣Transformarse en una entidad (no vinculante) que brinda orientación a nivel mundial en materia de regulación financiera.
3️⃣Fomentar normas en diversos temas que buscan fortalecer, los sistemas bancarios.
Y la primera pregunta que debían responder y la más crítica.
¿Cuál es el nivel mínimo de capital que un banco debe mantener para absorber pérdidas inesperadas?
El análisis empírico de la época mostraba que los bancos mejor capitalizados operaban con niveles entre 6% y 10% sobre activos ponderados por riesgo. El número debía ser sencillo, consensuado y lo suficientemente prudente para evitar que los bancos compitieran reduciendo capital.
Así nació el 8%, no como un símbolo matemático, sino como un consenso prudencial, una cifra capaz de invitar a la prudencia, mantener la solvencia mínima sin agotar el crédito global.
Con el tiempo, ese porcentaje se convirtió en la base de la arquitectura moderna de supervisión.
▶️Basilea I lo formalizó.
▶️Basilea II lo sofisticó con PD, LGD y EAD.
▶️Basilea III añadió liquidez, colchones y apalancamiento tras la crisis del 2008.
▶️BasileaIV busca cerrar brechas, eliminar arbitrajes y reforzar la comparabilidad internacional.
Pero más allá de la cifra, el verdadero legado es la disciplina del riesgo: la idea de que la solvencia no es un accidente ni una práctica discrecional, sino una estructura que debe sostenerse con datos, prudencia, gobernanza y sentido estratégico.
El 8% no es un número mágico.
Es un punto de partida.
Una señal común para que los bancos del mundo hablen el mismo idioma cuando se trata de estabilidad.
Descargo de responsabilidad – Panamá Banking News
Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad exclusiva de su autor y no reflejan necesariamente la postura de Panamá Banking News. El contenido es únicamente informativo y no constituye asesoramiento financiero, legal ni profesional. Este artículo ha sido elaborado de manera independiente y no ha recibido financiamiento, patrocinio ni compensación de terceros.